Ayer me habían dicho que me presentara en la agencia a las 8:30 para comenzar el tour. Tomando desayuno me atrasé un poco y llegué un par de minutos tarde, pero al preguntarle al encargado si no había problema por eso me respondió con una sonrisa que el comienzo del tour era a las 8:30 "hora malaya", lo que significaba que la salida sería entre 10 a 15 minutos después. Al rato llegó un jeep con 8 personas más y partimos cerro arriba hacia las plantaciones de té. Al llegar nos explicaron que la temperatura del sector es propicia para dichas plantas y que del mismo tipo de planta, según el proceso que se le aplique, se puede obtener té verde, té blanco, té negro o té Oolong.
Nos subimos nuevamente al jeep y nos dirigimos hacia el Mossy Forest. Como el día anterior me habían dicho que iba a ser un bosque, yo había ido preparado con mis zapatos de trekking, pero resultó ser un paseo por unos caminos de madera de unos 25 minutos. Quizás lo más destacable fue que el guía nos mostró algunas plantas: primero la de la canela y después una con la que hacen el repelente natural anti mosquitos. En ambos casos el olor era inmediatamente reconocible.
La tercera parada fue la fábrica de té BOH, una marca de té famosa en Malasia que posee gran parte de las plantaciones de Cameron Highands. Ahí nos mostraron los procesos de producción, donde las hojas de té son seleccionadas, molidas, secadas con aire, dejadas para la fermentación y reseleccionadas. Según el tiempo de secado o de fermentación aplicados, se van obteniendo los distintos tipos de té, siendo el té verde el más rápido de conseguir y el blanco el más lento de los 4 tipos.
Posteriormente pasamos a la sala de ventas, donde se podían comprar todos los tipos de té de la marca BOH. Habían algunos con sabores frutales, pero yo preferí comprar una bolsa del tradicional té negro y otra de té verde. Al salir nos encontramos con otra vista de los cerros que tenían practicamente todo ocupado por las plantas de té. Justo en ese momento vimos un tractor recolectando parte de la producción. El guía nos explicó que antes se recolectaban las hojas a mano, pero ahora se hace con unas máquinas que se colocan sobre las plantas y hacen el trabajo por si solas, así que la labor humana es mover las máquinas de una planta a otra por las laderas de los cerros y luego cargarlas en el tractor.
Fuimos nuevamente al jeep y comenzamos a devolvernos hacia Tanah Rata. En el camino nos detuvimos en una granja de frutillas, donde vendían frutillas y algunos productos derivados, como mermelada, helados o frutillas secas. Luego fuimos a una granja de "rama-rama" o mariposas. Habian muchas volando por todos lados, pero no eran de variados colores. Aunque el lugar tenía afuera un letrero gigante que decía "rama-rama", también pudimos ver serpientes, lagartos, tortugas, ranas, conejos, cisnes, gallos, escarabajos gigantes y varios insectos más, todos vivos.
En otro sector estaban los insectarios de mariposas, arañas y escarabajos. Los escarabajos más grandes medían más de 15 centímetros y me pregunté cuán cerca habré estado de alguno de ellos sin haberme dado cuenta cuando caminé por la selva .Al volver hacia la salida había un grupo de personas tomando las mariposas con la mano y aunque los letreros decían claramente que estaba prohibido, no pude evitar hacerlo también.
Al salir de la granja el tour había terminado, pero nos dieron la opción de volver al pueblo o dejarnos en el comienzo de una de las varias rutas de trekking que hay en la zona. El día anterior la persona que me vendió el tour me había dicho que de tomar la segunda opción sería sin guía, pero que hasta un niño de 5 años podría seguir los letreros y llegar a la salida, así que le pedí al guía hacer el trekking y me acompañaron una pareja de españoles y otra de estadounidenses. Al comenzar la caminata les comenté lo que me había dicho el encargado el día anterior, pero después de una hora todos lo cuestionamos seriamente. En un lugar el camino se separaba y no había ningún letrero que indicara por donde seguir. Nos dimos cuenta que había una cinta amarilla en un árbol y usando un mapa que tenía la española pudimos encontrar la ruta correcta. En otra bifurcación tampoco había letrero y después de mirar con más atención el español vio que estaba botado al lado del camino. Después de haber caminado unas 4 horas llegamos al patio trasero de una casa y preguntando pudimos llegar de vuelta al pueblo. Claramente un niño de 5 años se hubiera perdido entre los árboles y dudo que un adulto hubiera podido salir después del anochecer.
Como nos llevamos muy bien en el grupo, fuimos a comer juntos a un restaurant indio, donde la comida estaba muy buena, aunque la encontré un poco picante. Los estadounidenses vivieron en India por 6 meses, así que nos contaron sobre la vida en India y las costumbres. Yo no paraba de preguntarles detalles, porque tengo pensado viajar a dicho país en un par de meses más. Después de una agradable cena nos despedimos y me devolví a mi hostal.
Mañana viajo de vuelta a Kuala Lumpur. Fue refrescante haber venido a las montañas por un par de días y por lo mismo entiendo perfectamente por qué este es uno de los destinos favoritos de los malayos.