lunes, 17 de junio de 2013

VN 33- El Delta del Mekong

Después de atravesar China, Birmania, Tailandia, Laos y Camboya, el río Mekong desemboca en el Mar de la China Meridional al sur de Vietnam. Antes de llegar al mar, el río se separa en nueve diferentes ramas, irrigando las fértiles tierras en un área de 40.000 metros cuadrados conocida como el Delta del Mekong. Can Tho es la principal ciudad del Delta y desde acá se pueden visitar algunos de los mercados flotantes en donde se tranzan los distintos productos que son cosechados en los alrededores. Hoy me pasaron a buscar a las 5:30 al hotel para hacer un recorrido hacia 2 de los mercados. Cuando bajé a la hora acordada me estaba esperando una mujer, que resultó ser la conductora del bote. Fuimos hacia un pequeño muelle y mientras veíamos salir el sol nos dirigimos hacia el primero de los mercados.

Eran las 6 de la mañana y el trayecto duró unas 2 horas. En el camino se veían muchas casas en las orillas del río y pude ver cómo éste es parte de la vida de quienes las habitan: primero vi a un par de personas arrodilladas con un balde vertiéndose agua del río mientras se jabonaban el cuerpo; también de vez en cuando se veían baldes bajando sujetados por cuerdas y luego subiendo de vuelta hacia las casas llenos de agua. Espero que no haya sido para cocinar, porque el color del agua no se veía para nada higiénico.

Cuando por fin llegamos al mercado nos encontramos con varios barcos grandes flotando a pocos metros entre ellos. La mayoría estaba cargado de fruta y vegetales, aunque también habían algunos cargados con madera. Esos eran los vendedores. Los compradores iban en botes pequeños paseándose de barco en barco adquiriendo los productos ofrecidos. Nos quedamos ahí unos 15 minutos y seguimos nuestro camino pasando por entre los comerciantes.


Después de unos 30 minutos navegando por lo más ancho del río, doblamos hacia una de las tantas ramificaciones angostas que habían en los costados. La vegetación a veces salía desde el fondo del río y en un sector nos encontramos con una señora recogiendo algo desde el fondo que no pude identificar. Mi guía me trató de explicar, pero su inglés no era muy bueno, así que solo le entendí que era algo que se comía.


Posteriormente nos detuvimos en una fábrica de fideos de arroz. Nos mostraron el proceso en el cual calentaban el arroz y lo separaban de su corteza. Luego lo revolvían mientras se formaba una especie de pasta, sacaban un poco de esa pasta y formaban un circulo sobre una mesa de metal. En cuanto se enfriaba un poco las colocaban en grupos de a 4 en unas bandejas de bambú que luego dejan al sol para el secado. Una vez secas las láminas de arroz son cortadas en tiras y así finalmente se obtienen los fideos.

Salimos de la fábrica y fuimos hacia el segundo mercado, el cuál era más pequeño y habían menos barcos grandes. Al observar bien a los conductores de los botes, me di cuenta que casi todas eran mujeres. De hecho sólo vi a 1 hombre remando. Una señora vendiendo mangos se nos acercó y mi guía le compró algunos. Al rato los estaba pelando con un cuchillo y compartió uno conmigo, que debo decir estaba buenísimo, sobre todo porque ya eran casi las 11 y después de 5 horas sin comer nada ya me estaba empezando a impacientar.

Le comenté que tenía hambre y nos dirigimos a un restaurant. Para llegar, nuevamente nos salimos del camino ancho y navegamos por una rama angosta del río, pasando por entre árboles que tenían sus raíces bajo el agua. Una vez en el lugar me sirvieron un plato vegetariano con tofu que también estaba bueno. Después de comer nos dirigimos de vuelta hacia Can Tho, bajo un sol fuertísimo. Al verme un tanto incómodo por el calor, mi guía me presto su sombrero, el cual era el típico sombrero cónico vietnamita. Al colocármelo entendí por qué tanta gente todavía lo usa: es cómodo, muy liviano, cubre bien del sol y sólo cuesta 20.000 dongs ($500)

El camino de vuelta fue muy largo y cuando todavía faltaban unas 2 horas para llegar, se puso a llover muy fuerte. Cuando pensé que iba a quedar todo mojado, mi guía desplegó unos fierros por sobre el pequeño bote y colocó una cubierta. Al ver que la lluvia caía de lado, me pasó un plástico grueso que tuve que colocar sobre mi cabeza, así que no pude ver casi nada en la última parte del trayecto. Llegué al hotel al mediodía y como todavía era temprano, decidí viajar hoy mismo a la ciudad de Ho Chi Minh, antiguamente llamada Saigon, porque en Can Tho no hay mucho más que hacer.

Pregunté en el hotel cómo me podía ir a Saigon, pero la recepcionista no hablaba mucho inglés. Una niña que estaba sentada en una mesa del lobby me escuchó y me preguntó que cuándo quería ir y le dije que lo más pronto posible. Tomó el teléfono y a los 2 minutos me dijo que alguien me iba a pasar a buscar a las 2 para ir al terminal. Pensando que también trabajaba para el hotel le hice caso y cuando bajé a las 2, un minibus estaba esperando. Ahí vi que la niña también viajaba y conversando con ella me dijo que no trabajaba para el hotel y que sólo quería ayudar. Nos fuimos sentados juntos también en el bus y ahí me contó que llevaba 3 semanas viajando y que Saigon era su último destino antes de volver a Hanoi. Al contarle que yo estaba recién empezando mi viaje, me pasó un montón de papeles con mapas y direcciones útiles que ella había recolectado para su viaje. En el mapa destacó las ciudades que debía visitar y me anotó lo más importante de cada una. Simpática.