martes, 28 de mayo de 2013

MY 22- George Town

Hoy en la mañana con mapa en mano salí a recorrer la ciudad, pero no tuve que caminar mucho para encontrar los lugares interesantes porque mi hostal está justo en medio de una de las zonas antiguas de George Town. Las calles me recordaron mucho algunas ciudades chinas que visité hace 5 años, con sus casas pareadas con persianas de madera y balcones característicos. Habían sectores que se veían muy antiguos, pero a veces al doblar una esquina la arquitectura cambiaba totalmente y uno se podía encontrar ahora con estructuras modernas.

Una de las atracciones de la ciudad es una serie de murales que se encuentran también en el sector antiguo. La gracia es que son unos murales en 3D, ya que incorporan elementos reales adosados a la pared donde se encuentran dibujados. El primero que vi era el de una niña andando en bicicleta con su hermano pequeño atrás. En el dibujo se podía ver solo el mango derecho del manubrio y el resto de la bicicleta pertenecía a una bicicleta real, al que le faltaba el mango derecho. En otro se veían unos niños jugando basquetball, donde la mitad de la pelota y el aro eran reales. Muy original.

Cerca de uno de los murales se encontraban un conjunto de casas de madera construidas sobre el agua a lo largo de unos muelles que se internan en el mar. Este sector es conocido como "clan jetties" y se mantiene igual que hace más de 100 años. Diferentes clanes de familias chinas aún viven en las casas de madera que ahora se han adaptado para recibir a los turistas, vendiendo productos caseros como helados, dulces y mermeladas. Recorrí el sector por unos 30 minutos pasando por entre las casas y viendo el agua a no más de un metro debajo de las tablas. En momentos, cuando no se veían los negocios o las motos, de verdad que daba la sensación de estar en otra época.

Me devolví por la calle que me llevaba al hostal y me encontré con el sector de "little India", algo ya habitual en las ciudades de Malasia. Vi que habían varios restaurantes, pero al final me decidí a probar algo de la calle. Me dieron una masa rellena con papas y una especie de croqueta de verduras, que según el vendedor no era picante, pero claramente tenemos distintas opiniones sobre qué es picante, porque la boca me ardió por 15 minutos. No me quedé mucho tiempo caminando por ahí, porque la mayoría de las tiendas eran de ropa, videos de películas indias, música o de venta de joyas de oro.

Siguiendo con mi recorrido fui hacia el extremo norte de la isla. Pasé por un par de iglesias y una torre con un reloj en medio de una intersección. Después me encontré con unas murallas con cañones, que resultaron ser lo último que queda del Fuerte Cornwallis. Eran las 6 de la tarde y justo lo estaban cerrando, así que no alcancé a visitarlo.



Frente al Fuerte y bordeando el mar construyeron una vereda en la cual se veía mucha gente reunida; muchos niños jugando y algunas personas con cañas de pescar esperando atrapar algo. Recorrí el borde y vi una plaza enorme frente a un edificio que resultó ser la municipalidad. En la plaza habían más niños junto con sus padres y me dio gusto ver que acá se preocupan bastante de mantener buenos espacios públicos, porque cerca de la plaza habían canchas de basquetball, juegos para niños y máquinas de ejercicio.

Después de pasear un poco más por las calles aledañas me devolví al hostal. Lo bueno de la ciudad es que no es muy grande, así que se puede ir caminando a muchos de los lugares importantes.